Esas ansias infinitas de libertad, expresadas por personas a las que
nunca se les ha privado de su libertad, nos muestran claramente que se trata de un deseo insatisfecho, de un
deseo que jamás podrá satisfacerse. La pregunta que debemos plantearnos, pues,
es por qué los fundamentalistas demócratas incuban este deseo insatisfecho de libertad. ¿Cuándo se les privó de la libertad como para generar esas ansias infinitas de libertad? ¿El
que se les haya privado de la libertad, en alguna ocasión, justifica que se
tengan esas ansias infinitas de libertad? ¿Qué tan truculenta tendría que haber sido esa privación de la Libertad, como para generar unas ansias infinitas?
Pensemos
en el Quijote, analicemos el caso de este hombre que finge una locura que no
tiene, reparemos en este hombre de cortas luces y de estrechas miras que desea
ser un caballero andante. En el único sitio en el que el Quijote logra recrear
una escena como las de los libros de caballerías que lee con devoción, es en el
palacio de los duques al que es invitado, habida cuenta de que su imponente
fama le precede. En dicho palacio el Quijote surca los cielos sobre el lomo de
Clavileño, derrota por su palmaria bravura al gigante Malambruno; logrando
liberar a la Condesa Trifaldi. A Sancho le nombran gobernador de la ínsula
Barataria; Don Quijote consigue reparar la honra de la dueña Rodríguez, no
obstante, tanto caballero como escudero emprenden la donosa huida del castillo
de los duques camino de Zaragoza. Don Quijote le comenta a su fiel escudero que
no existe mayor bien que la libertad.
El
Quijote nunca estuvo privado de su libertad, en el palacio de los duques fue
agasajado, disfrutó de las escenas de caballería que tanto anhelaba, no
obstante, permaneció poco tiempo en dicho castillo en donde se regodeó como
nunca. El Quijote no ha sufrido ninguna violación de la libertad, por ende su
discurso sobre la libertad, como el mayor bien que nos dieron los cielos, está
fuera de lugar, es un despropósito supino.
La cuestión es saber por qué se desea tanto esta Libertad tan espuria. La respuesta se puede hallar en el principio de todo, en la que es, sin lugar a dudas, la mayor privación de la Libertad. Una privación que nos ocurre a todos, que es inevitable, que debe existir, que debe perpetuarse. Pues no hay mayor privación de la Libertad que existir, que haber nacido. El fundamentalista demócrata, el que tiene ansias infinitas de Libertad, como el ex presidente Zapatero, está declarando tácitamente que no quiere existir, que nada aborrece más que el hecho de haber nacido. Se ama a la Libertad, porque se odia a la vida.
Fragmento de PARA MAYOR GLORIA DE BACO.